Por: El Pastor Emiliano Barquet
Mateo 15:32-39
La comida está lista
El 1 de agosto de 2022, inicié un nuevo capítulo en mi vida al comenzar un nuevo trabajo. Durante la sesión de capacitación, la líder de recursos humanos compartió una fascinante historia sobre nuestra empresa, William Sonoma. Descubrí que el logo de la empresa, una piña, tiene una rica historia detrás de él. En 1664, cuando los exploradores españoles llegaban a las costas americanas después de largos viajes marítimos, clavaban una piña en la puerta de sus hogares como señal de bienvenida y para anunciar que estaban de vuelta y dispuestos a compartir un banquete con amigos y vecinos.
Analogía de la piña:
La piña en la puerta no solo era un símbolo de retorno, sino también un gesto de generosidad y hospitalidad. Era una invitación abierta para todos a disfrutar de la comida y la compañía, sin importar su estatus o afiliación.
Aplicación a la iglesia:
Esta tradición de hospitalidad y generosidad tiene una poderosa aplicación en la iglesia. Al igual que los capitanes que clavaban piñas en sus puertas, como comunidad de fe debemos mostrar al mundo que estamos listos para recibir a todos los que buscan alimento espiritual y compañerismo. Nuestros templos deberían ser como las casas abiertas de aquellos capitanes, donde la comida está siempre lista y todos son bienvenidos.
En nuestra iglesia, no importa quién seas ni de dónde vengas, la mesa del Señor está abierta para todos. Jesucristo es el pan de vida que nunca se agota, y en su presencia encontramos satisfacción y plenitud. Aquí, en la iglesia, todos son bienvenidos a compartir de esta abundancia.
La historia de la mujer en Mateo 14:34 nos recuerda que incluso aquellos que son considerados marginados por la sociedad tienen un lugar especial en el corazón de Dios. Jesús mismo extendió su mano de gracia y compasión a esta mujer, demostrando que su amor y su mesa están abiertos a todos, sin importar su origen o situación.
No importa cuál sea tu situación, Dios tiene un lugar para ti en su mesa. No te sientas excluido o despreciado, porque en la casa de Dios hay un lugar reservado para ti. Él te invita a acercarte, a disfrutar de su amor y a encontrar satisfacción y propósito en su presencia.
Conclusión:
La comida está lista, y la invitación está extendida. Que cada uno de nosotros, como miembros de la iglesia, podamos ser portadores de esta hospitalidad divina, mostrando al mundo que en la mesa del Señor siempre hay lugar para todos. Que nuestra iglesia sea un lugar de refugio, compañerismo y abundancia, donde todos puedan encontrar satisfacción y plenitud en la presencia de Dios.